Imagine que un día tuviera que dejar los naranjos o las tomateras y se
viera obligado a cultivar marihuana. El próximo martes un pueblo de
Tarragona vota en referéndum si ceden sus campos para plantar esta
droga. Un día antes, en Societat Anònima entramos de lleno en un tema en el que se debería empezar a pensar con seriedad.

Estaremos con un grupo de gente de València que defiende el uso terapéutico de la marihuana. La fuman, la ingieren, se hacen infusiones con ella, la toman de todas las formas posibles porque afirman que los ayuda a llevar mejor sus enfermedades. Sus experiencias las contraponemos a la de los médicos. Ellos hablan de una estafa, de un engaño y de un error en la información que reciben y que predican.
En Alacant estaremos en una asociación que defiende su uso lúdico. Fuman maría por diversión. Una asociación parecida a la que pretende plantar marihuana en Tarragona y que ya dispone de su plantación particular aquí. Ellos nos explicarán por qué han perdido el miedo a hablar de este tema.


Tal vez su hijo tiene una planta preciosa en el balcón y desconoce qué es. Quizás no sabe si comete un delito. Es posible que no sean conscientes del asunto y lo tienen dentro de casa. E incluso no se han dado cuenta de que la policía los vigila. Verán cómo lo hacen, cómo observan los agentes lo que crece en su azotea.
Droga o medicina, negocio legal o negocio de traficantes. Las plantas de marihuana ganan terreno silenciosamente. El debate está abierto más que nunca. Cada vez son más aquellos que sienten devoción por esta planta y han visto el vacío legal por el que instaurar su religión.
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