
Un el estudio del 2010 publicado también en The
Lancet “Daño por drogas en UK: análisis de decisión multicriterio” concluye
“el alcohol es una droga extremadamente dañina, tanto para el usuario como para
la sociedad, calificando al máximo en ambas, siendo la droga más dañina.
Incluso en términos sólo de toxicidad, en razón de su seguridad, el alcohol es
más letal que muchas drogas ilícitas, como el cannabis (…) Nuestros
trabajo coincide con los trabajos previos, confirmado que la presente
clasificación de drogas tienen poca relación con la evidencia de daño. También
concuerdan con la conclusión de reportes previos de expertos, que la
intervención agresiva del consumo de alcohol es una válida y necesaria
estrategia de salud pública”.
Incluso evaluando que la ilegalidad de la sustancias
aumentaría el daño social devenido de su consumo, y esto aumentaría el score
para las drogas ilegales, es claro hoy que el consumo de Cannabis es más seguro
que el de otras drogas en relación a los riesgos para la salud.

Si la marihuana tuviera la misma toxicidad del alcohol
morirían en Argentina 800 personas al año por su efecto directo, y si fuera
similar al tabaco unas 6000. No hay ninguna muerte por intoxicación
aguda o crónica en la historia de la medicina atribuible únicamente
al cannabis. El Informe de La OMS de 1995 sobre el cannabis considera que el
índice terapéutico, es decir las veces que hay que aumentar la dosis efectiva
en el 50% de los animales de estudio (DE50), para producir la muerte
en el 50% (DL50) de las preparaciones de cannabis es extremadamente alta
comparada con otras drogas farmacéuticas o recreativas. La dosis letal,
obtenida sólo en ratones, se eleva a medida que subimos en el árbol
filogenético, sugiriendo por extrapolación que la dosis letal en humanos no se
puede alcanzar inhalando o ingiriendo cannabinoides botánicos, ya que por estas
vías el proceso de absorción se va solapando con la distribución, el
metabolismo y la excreción.

Dependencia y “teoría del escalón”
Algunos usuarios de marihuana desarrollan dependencia
(de acuerdo a la IOM, entre 4% y 9%). Son muy pocos comparados con otras drogas
(incluyendo el alcohol y la nicotina), y su dependencia es menos severa. Cuando
se produce dependencia, es en grandes consumidores y suele ser poco intensa y
relativamente inespecífica: irritabilidad, alteraciones del sueño, falta de
apetito, temblor y anorexia. No está claro que exista relación entre este leve
síndrome de abstinencia y la conducta de autoadministración. Los consumidores
compulsivos o regulares de marihuana no parecen actuar motivados por el miedo a
los síntomas de abstinencia. La dependencia psicológica, que implica el
anhelo compulsivo e irrefrenable de consumir la droga, no parece producirse con
el cannabis y, globalmente, no puede clasificarse como adictivo.

La única conexión real entre el uso del cáñamo y de
otras drogas es su ilegalidad. Los usuarios de cannabis, al ser una droga ilegal,
tienen más posibilidades de encontrarse en situaciones en que otras drogas
ilegales hagan su aparición. Nada de esto prueba que utilizar una droga
conduzca o provoque la utilización de otra.
La Organización Mundial de la Salud
realizó un trabajo de análisis de los datos de las encuestas
realizadas en 17 países en diferentes continentes sobre la “teoría de la
escalada” determinando que ” los exitosos esfuerzos en prevenir el consumo de
determinadas drogas de “escalada” no indican que se posteriormente se produzca
una reducción importante del uso de otras drogas.”
La Universidad de New Hampshire realizó un estudio
sobre 1286 adultos jóvenes determinando que “la significación estadística de
esta asociación desaparece al realizar los ajustes para el estrés y las
distintas variables a lo largo de la vida”.
Finalmente, el IOM concluye que “el uso de marihuana
no es ni causa ni predictor de desórdenes serios de abuso de sustancias”.En
otras palabras, no se ha encontrado ningún apoyo a la teoría de la escalada.
Función
cognitiva y “síndrome amotivacional”
Según una revisión del 2005 del profesor de Oxford
Leslie Iversen “La conclusión general, apoyada por una revisión de
40 estudios publicados que se adecúan a este criterio, es que se falló en
detectar cualquier evidencia de déficit neurofisiológicos en usuarios de
cannabis, aunque algunos estudios reportaron una sutil disminución en la
habilidad para aprender y recordar nueva información”.
Un estudio reciente indica que el consumo de cannabis
puede producir un déficit permanente de 8 puntos del IQ en menores de 18 años
que abusen del cannabis, es decir un patrón de consumo periódico sostenido
antes de cumplir la mayoría de edad. No se pudo detectar déficit de usuarios
pesados de cannabis que iniciaron su consumo luego de la mayoría de edad.
El “Síndrome Amotivacional” no es un diagnóstico
oficial, pero el término se aplica a personas jóvenes que abandonan las
actividades sociales y manifiestan poco interés por el trabajo u otras
actividades productivas. No se tienen datos que demuestren relación causal
entre fumar marihuana y tales características de la conducta. Los grandes
consumidores de droga de nuestra sociedad son a menudo personas deprimidas,
enajenadas, escépticas y rebeldes. No es la droga en sí la causa del abuso,
sino la personalidad. El abuso es un síntoma del desajuste personal y social.
El marco de la prohibición favorece al abuso, que se convierte en disculpa y
justificación ante el fracaso ante las exigencias del sistema, o una forma de
automedicación. Las personas que presentan un trastorno de adicción o abuso
pesado a largo plazo de cannabis presentan una pequeña disminución en el índice
de logro educativo e ingresos.


Cannabis y psicosis
El efecto agudo del cannabis, sobre todo grandes dosis
orales en personas no habituadas puede producir un estado clínico similar a una
psicosis florida: alucinaciones, pánico, ansiedad, que remiten con la
eliminación de la droga por los procesos de metabolismo y excreción.
Desde hace años se trata de explicar la conexión
epidemiológica existente entre el uso de cannabis y la psicosis, enfermedad
cuya etiopatogenia permanece desconocida y combina la alteración somática con
la simbólica.
No hay evidencia científica de que la marihuana cause psicosis, aunque está bien documentada que existe una relación. Diversos estudios poblacionales de cohorte y caso control determinan que hay más usuarios de cannabis entre los psicóticos que entre no psicóticos. Por el tipo de diseño, este tipo de estudios puede dar cuenta de la relación, pero no si esta relación es causal.
Actualmente hay dos teorías que explican esta relación
a) el cannabis es un factor, ni único ni necesario, para el desarrollo de
psicosis en personas con predisposición. b) el cannabis es utilizado como
“automedicación” en las personas con psicosis o esquizotipías, antes incluso de
la irrupción visible de la enfermedad.
Esta relación puede explicarse por varios aspectos
relacionados con la constelación de eventos que configura el entorno de la
psicosis, por propiedades farmacológicas probadas del cannabis y por los
estudios de tendencia de consumo de cannabis y psicosis en la población. Todos
estos datos abonan a la teoría de la automedicación.

El estudio más reciente, realizado por el National
Instutes of Mental Health, la Universidad de Yale y varios hospitales estatales
del estado de New York, evaluó si existe una conexión causal entre el uso de
cannabis y el surgimiento temprano de síntomas de esquizofrenia. Concluye que,
teniendo en cuenta las variables clínicas y demográficas, no hay una asociación
significativa entre uso de cannabis y surgimiento temprano de esquizofrenia.
Revisiones sitemáticas actuales sobre la tendencia en
el uso de cannabis y la psicosis indican que no hay una conexión causal, ya que
la incidencia y preevalencia de cannabis crece en la población, mientras que las
psicosis se mantiene estable o en disminución. Si hubiera una relación causal,
deberían haber aumentado notablemente las psicosis durante la irrupción masiva
del cannabis en occidente durante los 60 y 70, y aumentado constantemente
acompañando la tendencia del consumo, y esto no ha ocurrido.
2) factores farmacológicos; el Cannabidiol es un
antipsicótico probado. Desde los años 70 se sabía que el cannabidiol (CBD)
ejercía una acción moduladora sobre el THC, el más psicoactivo de los
cannabinoides. A principios de los 90 se investigó y confirmó la actividad
antipsicótica del cannabidiol en animales. Recientes estudios clínicos y pre-clínicos sugieren que el CBD es un
efectivo, seguro y bien tolerado tratamiento alternativo para pacientes
esquizofrénicos. Su eficacia sería comparable al haloperidol o la olanzapina,
antipsicóticos de uso común. En otro se mostró igual de eficaz que el
amisulprid, pero con menor incidencia de efectos secundarios.
Un estudio realizado en el Hospital Regional de
Edmundston de Nuevo Brunswick, Canadá, con 8 hombres con esquizofrenia indicó
“que el cannabis se utiliza como medio para satisfacer la necesidad relacionada
con la esquizofrenia de relajación, de aumento de la autoestima y de
distracción.” Se utilizó entrevistas y cuestionarios sociodemográficos
analizados con el método fenomenológico de Colaizzi.
Otro estudio evaluó las habilidades cognitivas de los
pacientes esquizofrénicos con historia de uso de cannabis comparadas con los
pacientes no usuarios. Los autores reportaron que los pacientes que utilizaban
cannabis “demostraron significativamente mejor performance en velocidad de
proceso, fluidez verbal, aprendizaje verbal y memoria”. También se asociaba a
un mejor puntaje GAF (Global Assessment of Functioning). Los autores concluyen
que los pacientes esquizofrénicos que usan cannabis representan un subgrupo con
funcionamiento mayor.
Una investigación realizada con 821 personas con
esquizofrenia en la Universidad de Queensland en Brisbane, Australia, se
observó un aumento significativo del riesgo de suicidio entre aquellas con
problemas de abuso/dependencia del alcohol, pero no entre las que presentaban
abuso/dependencia al cannabis.
Como se desprende de lo visto, la conexión de esta
manera se ve reflejada en los efectos paradójicos de acuerdo a la composición
THC/CBD; empeorar o mejorar los síntomas, e implica la obvia automedicación que
realizaría un paciente psicótico al que el cannabis azarosamente por su
composición puede aliviar.
En base a los datos revisados, los profesionales de la
salud deben tener en cuenta que ante un diagnóstico de abuso o adicción al
cannabis, en especial durante la adolescencia, y en presencia de otros factores
predisponentes, puede indicar una posible automedicación y/o enmascaramiento de
psicosis,
Sistema Inmunológico:
No se ha podido probar que cause modificaciones en el
sistema inmunológico con una relevancia clínica que implique mayor tendencia a
infecciones o cáncer. Si bien hay algunos estudios in vitro que
hipotentizan un rol inmunosupresor, la Guía Básica de los cannabinoides,
patrocinada por el Ministerio del Interior español declara: “Respecto a la
validez de los estudios in vitro, en el sentido de poder extrapolar
los resultados a la situación del organismo in vivo, se debe
señalar que las dosis de cannabinoides efectivas en la supresión de la
actividad inmune son al menos 10 veces mayores que la concentración medida en
sangre de fumadores de marihuana”. Un estudio realizado en 2003 demostró
que el uso de cannabis no afectaba negativamente la función inmunológica, carga
viral o concentración plasmática de la medicación antiretroviral en pacientes
con VIH.
Sistema reproductor y endócrino
En un estudio reciente se determinó que el uso de
marihuana por mujeres con una frecuencia de tres veces en un período de tres
meses o menor producía un alargamiento del ciclo folicular de 3,5 días en
promedio. Las usuarias de más de tres veces/trimestre tenían una prolongación
de 2 días, indicando el desarrollo de tolerancia a este efecto disruptivo. El
uso pasado a largo plazo de pastillas anticonceptivas o su uso reciente también
prolongan esta fase, y una historia de aborto la acorta un promedio de 2,2
días.
En relación a la fertilidad masculina, un estudio
reciente encontró que el THC reduce de forma dosis dependiente la motilidad de
los espermatozoides. Esto afecta en mucho mayor medida a la fracción del
percetil 45, que es una subpoblación de espermatozoides poco resistente a la
injuria, de inferior morfología, integridad del ADN y potencial fecundativo.
Los del percetil 90, de mayor valor fecundativo e integridad en su ADN, se ven
afectados sólo en las dosis más altas. Otra función espermática esencial que es
la reacción acrosómica, se ve inhibida por el THC de manera más acentuada en el
esperma de peor calidad.
Una sola dosis de THC en un individuo no habituado
produce alteraciones neuroendócrinas: disminución de hormonas sexuales e
incremento en la liberación de hormonas relacionadas con la
respuesta al estrés, pero se desarrolla rápida tolerancia a estos
efectos. No se ha podido detectar entre fumadores habituales alteraciones
en el sistema reproductor, niveles hormonales, desarrollo secundario masculino,
funcionamiento sexual o fertilidad.
Función
respiratoria
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC):
El tabaco es la principal causa de EPOC, que a su vez constituye la cuarta
causa de muerte en la actualidad. El cannabis fumado produce alteraciones
histológicas en el sistema respiratorio. Inflama las vías aéreas hipertrofiando
las glándulas mucosas y generando alteraciones epiteliales, predisponiendo a
bronquitis crónica. Esta se diagnostica si el paciente padece tos y
expectoración tres meses al año por dos años consecutivos. Pero curiosamente,
estudios científicos muestran que no produce una disminución acelerada del FEV1
(Volumen espiratorio forzado en el primer segundo). El FEV1 es una medida
espirométrica que da cuenta del nivel de obstrucción efectiva al flujo aéreo.
El fumador de cannabis no tiene una disminución mayor que el no fumador, a
diferencia de la aceleración de la caída del FEV1 producida por el
tabaco.
Un estudio del 2009 confirma estos hallazgos; fumar marihuana no
aumenta el riesgo de EPOC, aunque si aumenta el daño que produce el tabaco, de
manera que se desaconseja el consumo de ambas sustancias. El hecho de que el consumo de cannabis no
produzca EPOC posiblemente se deba a la acción inhibitoria de los cannabinoides
sobre la síntesis de citoquinas inflamatorias y factores de crecimiento de
parte de los leucocitos. En el caso del tabaco la síntesis es inducida, lo que
lleva a la hipertrofia de la capa muscular lisa de los bronquíolos, con la
consiguiente disminución del flujo aéreo. También la nicotina, a diferencia de
los cannabinoides, induce la síntesis de proteasas que destruyen las paredes de
los alvéolos produciendo enfisema, la otra enfermedad que junto con la
bronquitis crónica, configura el EPOC.

En definitiva, el consumo de cannabis causa tos
y aumento de la expectoración dosis dependiente, pero no produce un compromiso
del flujo aéreo superior al no fumador, a diferencia del tabaco que lo
disminuye notablemente, predisponiendo a EPOC.

Conducción de vehículos
El cannabis afecta de forma aguda las habilidades
requeridas para conducir vehículos en una manera dosis dependiente, y sobre
todo en las primeras horas luego del consumo, con un promedio de tres horas de
merma de capacidades. Los estudios epidemiológicos son inconclusivos en
relación a la asociación de accidentes menores de tráfico con el uso de
cannabis, pero el metanálisis mas reciente concluye que el cannabis duplica la
posibilidad de colisión fatal en ruta, pero aclara que “más allá que
restringimos los resultados positivos a los conductores que mostraron la
presencia de THC en ausencia de alcohol y drogas, otros factores de confusión
potencialmente importantes probablemente no fueron controlados. Estos factores
ocultos, así como los diferentes diseños, pueden haber afectado la validez” y
“la calidad general de la evidencia de la asociación entre el uso de cannabis y
las colisiones vehiculares es moderada” encontrando una asociación
significativa con accidentes fatales pero no accidentes comunes. La
concentración de alcohol de 0.8 g/100 mL (17.36 mmol/l) que es el límite para
la contravención en muchos países multiplica por 10 la posibilidad de
colisiones y si el conductor es joven por 50.
Estudios poblacionales y acceso regulado al
Cannabis
Estudios poblacionales recientes indican que,
contrariamente a lo que se pensaba, el consumo de Cannabis está relacionado con
una disminución de la incidencia de cáncer escamoso de cabeza y cuello, así
como de diabetes mellitus. En un estudio realizado para determinar la
asociación entre la diabetes mellitus y el uso de Cannabis incluyendo 10.896
participantes del National Health an Nutrition Examination Survey (NHANES III)
conducido por el National Center for Health Statics of the Centers for Disease
Control and Prevention, se observó que, ajustando posibles factores de
confusión como los socioeconómicos, laborales y comorbilidades, los usuarios de
Cannabis tienen una prevalencia menor (ajustada a la edad) de diabetes
mellitus. También hay un estudio poblacional caso-control extenso que
indica que el fumar Cannabis disminuye de manera estadísticamente significativa
la incidencia de cáncer de células escamosas de cabeza y cuello, o sea que
fumar marihuana tiene un tipo de actividad protectiva contra este tipo de
cáncer.
También se ha registrado en los estados de USA
donde se reguló el acceso, que efectivamente se produce un reemplazo del
consumo de alcohol por Cannabis, y que esto repercute en un descenso de las
muertes por choques automovilísticos en un 9%, porque como vimos, más allá de
que el cannabis afecta negativamente el manejo, lo hace en tanta menor medida
que el alcohol que el resultado final es una disminución de las
fatalidades. También en dichos estados disminuyeron en un 5% los suicidios
(con descenso mayor en la tasa ajustada por edad de 19 a 29 años del 11%),
aunque falta información para determinar si este descenso es efecto del
Cannabis, del descenso de consumo de alcohol o de ambas cosas.
Conclusiones
La revisión de la literatura sugiere que la mayoría de
los usuarios de cannabis, que usan la droga ocasionalmente, no sufren ningún
daño físico o mental.
Aquellos que consumen grandes dosis en forma regular
tienen una pequeña tendencia a tener menores logros educativos y menores
ingresos, si bien estos estudios no detectan los posibles beneficios que estos
consumidores obtienen, en detrimento de educación formal o poder adquisitivo.
Las personas con trastornos psicóticos latentes o en
curso tienen más posibilidad de presentar una comorbilidad de abuso de
cannabis. Este consumo tendría efectos paradójicos y estaría contraindicado.
Los datos que arroja la ciencia cuestionan la división
entre fármacos legales y sustancias ilegales. Esta diferencia está forjada en
la dialéctica de la historia y la geopolítica, y no tiene que ver directamente
con las cualidades farmacológicas de las sustancias. Es una división que deriva
de los actores institucionales y no de la naturaleza en sí de las drogas como
objeto.
Si efectivamente, al regular el acceso, hay reemplazo
del consumo de alcohol o tabaco por cannabis, es muy posible que descienda la
morbi-mortalidad por disminución del daño directo e indirecto que estas
sustancias de gran toxicidad producen, o por los posibles efectos preventivos y
protectivos de los cannabinoides. Estos efectos protectivos hoy se comprueban
ante el cáncer de cabeza y cuello y la diabetes tipo 2, pero investigación
pre-clínica indica que podría prevenir o retrasar la incidencia de enfermedades
de gran prevalencia como el Alzheimer, enfermedades cardiovasculares u
otros tipos de cáncer, estas últimas primer y segunda causa de muerte tanto en
países subdesarrollantes como en vías de desarrollo.
El cannabis es un compuesto psicoactivo susceptible de
abuso, pero con un potencial de adicción y de daño psico-bio-social
incomparablemente menor que el alcohol y el tabaco. Es un imperativo cambiar
las leyes regulatorias para evitar el enorme daño social producto de la
prohibición de drogas, que sobre todo impacta en los sectores más desprotegidos,
corrompe fuerzas punitivas y gobiernos y es inefectiva en disminuir tráfico y
consumo.
Es fundamental que, en un marco de prohibición en
otros países del cono sur, este cambio se de en un marco de responsabilidad y
control férreo del Estado de la producción, transporte y dispensación del
cannabis para evitar la instalación de cárteles productores de marihuana para
exportación, es decir la transformación de país de tránsito en país productor,
y por otro lado evitar el fenómeno social negativo del “turismo psicoactivo”.
La producción y dispensación del cannabis de grado
medicinal por parte del Estado –por medio de efectores públicos de salud- debe
acompañarse de la dispensación por medio de clubes sociales de cannabis, y, del
autocultivo para aquellos que quieren cultivarse su propio cannabis, con un
límite razonable de cuatro metros cuadrados de canopeapor domicilio, siempre
que la persona acredite domicilio legal en dicha locación.
Una de las razones por las que la producción y venta
del cannabis debe ser regulada es para desalentar el uso entre grupos de
riesgo. Los menores, las embarazadas, los pacientes con cardiopatías graves, y
los individuos con antecedentes de psicosis deben evitarla. También las
personas que conducen vehículos deberían esperar algunas horas antes de
hacerlo, sobre todo para conducir en ruta.
El riesgo que presenta para determinados individuos no
justifica la criminalización para todos. No podemos prohibir el alcohol porque
sea perjudicial para las embarazadas, o la aspirina porque en niños puede
producir el síndrome de Reye, generalmente fatal. Nadie en su sano juicio
buscaría prohibir el alcohol, atendiendo a los cuantiosos daños producto de la
ley seca, por más que sea una de las más tóxicas –o la más tóxica- droga de
consumo humano. En el caso del alcohol se debe seguir avanzando en la
concientización de sus daños, y prohibir la publicidad –como se logró
exitosamente sobre el tabaco-, entre otras medidas para desalentar el consumo.
La prohibición es contraproducente en función de
mantener las drogas fuera del alcance de los grupos especiales de la población.
Un mercado regulado podría educar mejor a los usuarios de los riesgos
potenciales y hacer más efectiva la veda a grupos de riesgo, que el
narcotráfico no distingue ni protege. Es más fácil para un adolescente
conseguir cocaína o marihuana que cualquier droga de abuso regulada por medio
de doble o triple receta archivada, como morfina o fentanilo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada