La Guerra contra las drogas se ha transformado en uno de los
principales obstáculos para el desarrollo en América Latina. La obsesión
por prohibir ciertas drogas y declarar una guerra frontal contra
productores y vendedores, pero principalmente contra consumidores, ha
tenido efectos casi irreversibles.
El crimen organizado controla los mercados, lo que financia de manera
holgada su actividad criminal. Los niveles de violencia y la cantidad
de homicidios nos han llevado a contar con seis de los 10 países con la
mayor tasa de homicidios del mundo. Paralelamente, el consumo
desinformado va en aumento, en cantidad y diversidad. La política de
drogas, basada en el prohibicionismo, pasó a la historia como la
política más ineficiente y costosa de nuestra historia moderna.
Pero por primera vez miramos hacia el futuro con optimismo, gracias a
un 2012 donde se rompió el tabú. Durante la pasada Cumbre de las
Américas, el debate sobre las drogas estuvo al centro de la agenda. Por
primera vez en la historia, países como EE.UU. demostraron su
disposición a dialogar. El escenario fue propicio para que la OEA fuera
mandatada a elaborar una carta exploratoria sobre posibles escenarios
para cambiar el enfoque.
Posteriormente, el pragmatismo del Presidente
Mujica nos sorprendió a todos, al impulsar una reforma para regular la
cannabis en su país, aunque por ahora dicho debate está en cuestión, a
la espera de formar los consensos necesarios. En noviembre, los estados
de Colorado y Washington decidieron democráticamente que la política más
efectiva para enfrentar la cannabis era regularla de la misma manera
que el alcohol. A estos se le sumaron otros 19 estados que decidieron
regular su uso medicinal. Es más, el reelecto Presidente Barack Obama ya
dio señales claras de que los consumidores no deben ser el foco de
represión.
Sin duda, el hito más simbólico fue la declaración de una serie de
líderes hemisféricos que, junto con reconocer el fracaso de las
políticas actuales, llamaron a romper el tabú y avanzar hacia políticas
más honestas, basadas en la amplia evidencia existente, entre los cuales
se cuentan a los presidentes Otto Pérez Molina y Juan Manuel Santos,
junto a ex mandatarios como Bill Clinton, Jimmy Carter, Fernando H.
Cardoso, César Gaviria, Ernesto Zedillo y Vicente Fox.
Un reciente estudio de Asuntos del Sur que tomó lugar en seis países,
donde se entrevistaron a casi 4.000 personas entre 18 y 34 años, dejó
al descubierto el amplio e irrestricto apoyo que las nuevas generaciones
de latinoamericanos dan a la posibilidad de regular las drogas. Estamos
frente a un tema de futuro, que inevitablemente nos demandará estar
preparados para ofrecer nuevas alternativas que contemplen la regulación
como la forma más honesta de educar, enfrentar la prevención y la
rehabilitación, pero, por sobre todo, para convivir con un fenómeno del
que llevamos renegando hace ya demasiado tiempo.
Debemos generar políticas basadas en la ciencia, la salud y los
derechos humanos, donde consumidores recreativos sean respetados, y los
problemáticos sean tratados con compasión y lejos de la represión que
les empuja a consumir más. Mano dura con el crimen organizado, pero, por
sobre todo, capacidad y pragmatismo para quitarle el monopolio de uno
de los mercados más lucrativos del mundo.
Noticia: http://www.latercera.com/noticia/opinion/ideas-y-debates/2013/01/895-503201-9-debate-honesto-sobre-drogas.shtml
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