Entre las virtudes terapéuticas del cannabis - la mayoría advertidas por la experiencia de los pacientes, ya que los estudios científicos han sido hasta hora bastante limitados debido a la ilegalidad de la planta - destaca su poder antiinflamatorio, analgésico, antiespamódico, expextorante y estimulante del apetito. Puede tomarse de distintas maneras: fumada, cocinada, en cápsulas o por vía tópica en forma de ungüento (para dolores musculares locales o articulaciones inflamadas).
Su acción analgésica es quizás una de la más prometedoras, puesto que los analgésicos actuales o bien están basados en opiáceos (causan dependencia, alteran gravemente el estado mental de quien los toma, provocan estreñimiento, náuseas y a veces reacciones alérgicas) o, tomados durante períodos continuados, licúan la sangre, producem úlceras o atacan al riñon. El cannabis se revela en este caso como una buena alternativa, pues es efectivo, de acción inmediata y no tiene efecto secundario alguno, ni siquiera el de enturbiar la mente ya que las dosis curativas suelen ser inferioresa las que producen psicoactividad.
Por eso y por muchas otras cosas es esencial que la sociedad empiece a comprender que el Cannabis puede ser la respuesta para miles de personas que optan por una alternativa que no les proporciona la medicina convencional, buscando mejorar su calidad de vida.
Los enfermos consumidores de Cannabis", necesitan una
respuesta, "al daño emocional provocado por la desesperanza", y del
vacío legal que existe en torno al consumo de esta planta y los riesgos que
acarrea tener que comprar en un mercado clandestino que no garantiza la calidad
del producto y los expone a numerosos riesgos.
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