Ahora el casco
antiguo de Avilés cuenta con un pequeño oasis de legalidad para los aficionados
a la marihuana. La asociación Llerbastur, de reciente creación, ha abierto el
primer club de fumadores de esta planta de Asturias, un espacio en el que
reunirse, tomar algo, charlar, fumar, escuchar música... y disfrutar de la
afición común a la 'yerba'.
«Esto no es
un fumadero, no queremos que lo sea», afirma, categórico, Ángel Meana,
presidente de la asociación y a quien satisface la definición del local de la
calle de La Estación en la que tiene su sede Llerbastur como «un híbrido entre
un coffeeshop holandés y una sociedad gastronómica vasca». «Queremos que sea un
local de reunión, un espacio en el que tengamos nuestras actividades, en el que
un socio pueda venir a tomarse una cerveza, más que un mero espacio para
fumar», explica.
En esa
línea, y aprovechando las habilidades de sus propios socios, el local ya ha
acogido actuaciones musicales y humorísticas de miembros de Llerbastur, y se
plantean otras posibilidades de acuerdo con los fines con los que la asociación
fue aprobada y registrada por el Gobierno asturiano: entre otros, la difusión
de prácticas saludables para el consumo de marihuana o de las diversas propiedades
y aplicaciones de la planta.
Meana
reconoce que este club aún es poco más que «una semilla que acaba de germinar»,
pero hasta el momento en que pudieron abrir sus puertas, tuvieron que hacer un
largo recorrido para, entre otras cuestiones, analizar las posibilidades
legales de su proyecto.
La
asociación tiene espejo en el que mirarse: clubs similares funcionan en el País
Vasco, Cataluña y Andalucía, y se basan en el hecho de que el consumo de
marihuana o hachís no está penalizado, siempre que se haga en privado. Por
tanto, nadie que no sea socio, que no esté al corriente de pago de los 10 euros
mensuales de cuota, puede acceder al local. Es un espacio privado, tan privado
como el dormitorio o el cuarto de baño de cualquiera de sus socios. Y como en
cualquiera de esas estancias domésticas, los socios pueden hacer lo que les
venga en gana: fumar, picar algo, tomarse un café o un refresco, charlar o
jugar al mus. De hecho, el aspecto del local no dista mucho del que presentaba
cuando estaba en activo como pub.
Entre 19 y
76 años
«Nos surgió
la oportunidad de coger este local y nos lanzamos a ello», cuenta Meana acerca
de las posibilidades que ofrece un punto de encuentro como ese a un colectivo
variopinto: entre sus socios hay estudiantes, profesionales de todo tipo,
jóvenes y jubilados... «La media de edad ronda los 35 años, pero hay socios de
entre 19 y 76 años, como es mi caso», afirma el veterano fumador.
Pese a esa
aparente diversidad en el colectivo, los requisitos para formar parte del mismo
son claros. Entre los objetivos de Llerbastur no figura ningún tipo de
proselitismo del consumo de sustancia alguna. Del mismo modo que una cofradía
de amigos del vino no invita a la sociedad al alcoholismo, los amigos
avilesinos de la marihuana no pretenden convencer a nadie de que se lleve un
porro o un inhalador a los labios. «Quien quiera ser socio tiene que ser
fumador habitual de marihuana», aclara Meana acerca de ese aspecto.
Es, pues,
una asociación que responde a una realidad: la existencia de un estimable
porcentaje de la sociedad que consume de forma habitual marihuana o hachís y
que ha de hacerlo a escondidas, con temor a ser multada.
Ese aspecto,
por ejemplo, fue resuelto medianamente por las autoridades holandesas autorizando
los conocidos 'coffeeshops', establecimientos públicos en los que comprar y
consumir 'yerba' legalmente. Se habría una fuente de ingresos por la vía de
impuestos y un ahorro en medios técnicos empleados por las fuerzas de seguridad
en la lucha contra el mercado negro que hasta ese momento surtía a los
consumidores.
Alternativas
A falta de
decisiones similares en el resto de Europa, han sido los propios consumidores
los que han buscado los espacios de legalidad que les permite la normativa
vigente para tratar de eludir en lo posible el recurso a un mercado negro y una
clandestinidad indeseada.
En esa
línea, aparecen asociaciones como Llerbastur, o Asgaya, esta última centrada en
el cultivo de plantas de marihuana, opción que no descartan los miembros del
club de la calle de La Estación para surtirse de cogollos que fumar.
«Es una
posibilidad legal. Puedes cultivar tu propia planta, en un espacio cerrado,
debidamente señalizado, alertando a las autoridades de lo que vas a hacer»,
explica Meana de una fórmula puesta en práctica por el colectivo Asgaya. Cada
planta sería propiedad de uno de los socios del colectivo, sería para su propio
consumo, nunca para comercializarla, «porque, lo que es delito, es venderla,
¿cómo va a ser delito sembrarla?».
Aplicar esa
fórmula, le costó una redada y la perdida de una cosecha a la asociación
Asgaya, pero finalmente salieron absueltos del delito contra la salud pública
que se les imputaba, por lo que ahora ya pueden esperar 'tranquilos' a que sus
plantas crezcan.
Y espejos
como ese es en el que se miran en Llerbastur, donde aún estudian la fórmula con
la que tratarán de conseguir vías legales y seguras con las que sus socios se
puedan surtir de hierba o hachís, con todo el respeto a la legalidad que sea
posible.
La nueva asociación quiere que tanto el cultivo como el consumo de cannabis sean considerados «legales». Para ello, será necesario disponer de un local como ocurre, según «Pichi», en la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama, donde un colectivo consume marihuana de forma legal en un local privado.
«Estamos en contra del trapicheo, si queremos una normalización del cannabis es, precisamente, porque los problemas surgen cuando un cultivador gana dinero con ello», señaló «Pichi», que ayer estuvo acompañado por otros miembros de la entidad como el presidente, Ángel Meana, y Juan Pedro Valbuena, de la asociación cannábica «Asgaya».
«Estaría bien montar una especie de coffee-shop, un espacio privado como en Paracuellos y sin ánimo de lucro; es decir, con los socios de la asociación que abonan una cuota y nunca para hacer negocio con las plantaciones», señaló el tesorero de Llerbastur, que destacó además que, legalmente, la marihuana puede consumirse en privado pero no en la vía pública
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