Si cualquiera acude a la Wikipedia en busca del término cannabis se
encontrará con que se trata de una especie herbácea con propiedades
psicoactivas cuyo uso está restringido en muchos países, entre los
cuales se encuentra España, a pesar de que esta planta, clasificada en
por primera vez por Carlos Linneo en el siglo XVII, contiene elementos
paliativos indiscutibles para diversas enfermedades, entre ellas el
cáncer.
Lo cierto es que estas restricciones legales y el estigma que posee
en ciertos sectores sociales no han evitado la proliferación de los
clubes de consumidores de cannabis en muchos lugares, entre los cuales
se encuentra Canarias, con hasta quince de ellos registrados ante las
autoridades sanitarias. De esa quincena, cinco están ubicados en
Tenerife.
Thailo Rodríguez es el presidente de uno de ellos, el Club de
Cannabis de Uso Paliativo Terapia, Salud y Vida, del que forman parte
unos 25 socios, todos ellos enfermos que deben presentar un certificado
médico y firmar una hoja de adhesión.
Pero no todos los que hay tienen una finalidad sanitaria. La mayoría,
de hecho, están orientados a lo que el propio Rodríguez califica como
"finalidad lúdica". Es decir, el consumo por el placer de consumir, sin
ninguna recomendación médica de por medio.
Las limitaciones legales hacen que estos clubes, asociados en toda
Canarias a través de la Federación de Asociaciones Cannábicas de
Canarias (CanaFAC), cuenten con un funcionamiento que es, cuanto menos,
llamativo.
En primer lugar, la legislación vigente no les permite anunciarse
porque no se puede hacer apología del consumo de los derivados de esta
planta.
En segundo lugar, no pueden con ello ganar dinero, más allá de la
cobertura de los costes de producción. Hacerlo podría ser considerado
traficar con esta sustancia. Además, solo se puede cultivar y distribuir
las cantidades necesarias para el consumo personal, sin más. Tampoco se
puede hacer captación de socios.
Los lugares de cultivo son secretos "por razones de seguridad, para
evitar a las mafias", explica el presidente de Terapia, Salud y Vida.
También lo es el lugar en el que se distribuye el cannabis, el
dispensario. En este caso por razones de orden público.
"En Gran Canaria, por ejemplo, surgió un problema cuando se conoció
el lugar de uno de los dispensarios y se formaron colas para obtener
cannabis", recuerda Thailo Rodríguez, quien cifra en unas 5.000 las
personas adscritas en todo el Archipiélago a uno de los quince clubes
citados.
El funcionamiento habitual es que el socio dé cuenta de sus
necesidades de consumo, pague la cantidad estipulada -"con la que solo
pagamos el coste de producción, entre los que figuran lo que cobran los
jardineros, por ejemplo", según Rodríguez- y se le entregue lo que ha
pedido.
¿Problemas legales? En Tenerife no se ha consignado ninguno de
importancia desde que hace dos años se abrió el primero. En otras islas,
sí.
El presidente del club tinerfeño asegura que han hablado "con la
Fiscalía, la Delegación del Gobierno y la Policía" para evitar
problemas.
No obstante, solo ha habido una intervención relevante, que se
produjo en Lanzarote y cuyo caso quedó en nada. "El 95% de las
incautaciones domésticas se quedan en nada", advierte para asegurar que
el reto de estas asociaciones es ahora evitar la infiltración de mafias
que busquen ganar dinero.
Noticia: http://eldia.es/2012-08-08/TENERIFE/7-cannabis-sale-luz.htm
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