“Decir que el Estado regule, no quiere decir que el Estado se encargue de vender. Ese argumento es superficial”, sostuvo el presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, y citó como ejemplo el mercado de las bebidas alcohólicas. “En todas parte la bebida está regulada, se la inspecciona”, remarcó.

Dijo que una empresa privada será la encarga de la “producción,
almacenamiento, distribución y venta”, bajo el control y regulación del Estado,
de esa droga en Uruguay.
Señaló que serán sancionados aquellos ciudadanos que vendan la droga
a otros países limítrofes, que seguirá habiendo una política de lucha contra la
drogadicción (para aquellas sustancias consideradas más dañinas) y que
permitirán que la marihuana sea consumida “exclusivamente por residentes”.
“Esto es un mecanismo para uruguayos, registrados, que tengan una
remuneración mensual. Y si esos cigarrillos aparecen en Brasil, tu vas a tener
lio. No es cuestión de atropellar sino de utilizar los recursos que ofrece la
vida contemporánea”, opinó.

“Ya no es drogadicción sino envenenamiento. Es lo peor de lo peor.
La cocaína se exporta y la resaca queda para los uruguayos. Vamos a castigar
con el doble dureza este tipo de droga”, afirmó el jefe de Estado.
Al hablar en el programa Oppenheimer Presenta, Mujica
destacó “el coraje cívico que hay que tener para plantear esto y patear el
hormiguero”. “El presidente –abundó- puede
suicidarse al decir esto, pero es bueno decir lo que uno piensa, y a veces hay
que ir detrás de la corriente”.

“Nosotros queremos colaborar con la lucha internacional, que Uruguay
no sea un trampolín para mandar a otros lugares. Después, si hay cien mil que
fuman un poco, los iremos tratando de bancar como los hemos bancados en otras
tantas cosas” subrayó Mujica para quien “la mejor adicción es el amor; el resto
es una plaga”.
El presidente uruguayo consideró que las políticas implementadas en
territorio charrúa para combatir la drogadicción “vienen fracasando” y se
mostró confiado en que el proyecto será convertido en ley a fin de año, aunque
reconoció las diferencias que genera la propuesta entre los legisladores. No
obstante, advirtió: “He aprendido en la vida lo siguiente: lo
imposible sólo cuesta un poco más”.
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