dimecres, 10 d’octubre del 2012

Martin Barriuso actualmente acusado de trafico de Drogas

Martin Barriuso ( Activista clásico en defensa de la despenalización del cannabis) ahora,esta en el paro y con el coche intervenido y aguarda juicio tras ser acusado de tráfico de drogas.


Detenido por un delito contra la Salud Pública y tráfico de drogas, su asociación ha sido precintada, intervenida la cuenta bancaria... Pero usted sigue reafirmando su legalidad.
 
Este año, por los mismos hechos, distribuir cannabis ya que pertenecemos a una asociación de personas usuarias que se organizan para autoabastecerse de marihuana, en dos casos se nos ha considerado víctimas y en otras dos, se nos ha imputado. En la primera de estas dos causas, en Bilbao, se clausuró la asociación Pannagh y la otra, en Amurrio, ha sido archivada. Porque todo depende del juez que toque.

Parece que preocupa mucho el cannabis y poco el alcohol, a pesar de los comas etílicos de los adolescentes. 

La división existente entre drogas legales e ilegales no tiene mucha justificación científica. Se basa en tradiciones, intereses económicos y desinformación. En última instancia es una opción personal. Y es increíble que estamos discutiendo de esto durante décadas sin llegar a ninguna conclusión.

El propio Parlamento Vasco había anunciado que se iban a regular los clubs sociales de cannabis. 

Sí, pero al disolverse ha quedado todo en suspense. La ponencia no había terminado sus trabajos. Tras oírse a todos los comparecientes, debían elaborar una propuesta legislativa al Pleno del Parlamento. Suponemos, por lo que nos han dicho los distintos partidos, que se retomarán los trabajos en el punto donde se dejaron. Y, como fue una ponencia aprobada por unanimidad, nos garantiza que independientemente de quién gobierne, habrá consenso para que este tema siga adelante.

¿Cómo sería en materia de drogas una situación ideal? 

Lo que no puede ser es que en un Estado de Derecho haya una serie de actividades que no se sabe si son legales o no, eso es incompatible con el principio de seguridad jurídica. Y eso es uno de los grandes agujeros que tiene la política penal en el Estado. Un país ideal sería el que elaborase sus políticas en función del derecho de los adultos, de la protección de los menores, de la reducción de riesgos y que se base en la evidencia científica, no en la moral.

Después de su detención, ¿se siente víctima de una conspiración o de alguna caza de brujas?

En las políticas de drogas hay muchos intereses. En nuestro caso, lo que creo que ha ocurrido es que la Policía Municipal de Bilbao, que tiene una unidad antidroga con una capacidad muy limitada, se ve en la necesidad de presentar resultados y tira a lo fácil, pescar en el estanque de las asociaciones que tiene perfectamente localizables, y así pueden incautar un montón de marihuana e inflar las estadísticas. Porque después de ser detenidos, la reacción fue que el Parlamento creó la ponencia. O sea, que la cuestión está en la agenda política.

Se le acusa nada menos que de traficar con drogas. 

Sí, se me imputa por tráfico de drogas, curiosamente una actividad que yo había comunicado públicamente en el Parlamento, ante el Ararteko, ante los fiscales... Y, de repente, que se den por enterados que estamos distribuyendo cannabis, cuando además tenemos resoluciones judiciales a nuestro favor, es absurdo. Me detuvo el mismo policía y me metieron en la misma celda, algo que se supone que no puede pasar en un Estado de Derecho.

¿Qué ha pasado con los más de 300 socios que formaban parte de Pannagh? 

Los socios han tenido que buscarse la vida, algunos con problemas médicos graves han tenido que acudir a otras asociaciones. Antes de decidir si lo que hacía la asociación es delictivo o no, se la está dejando morir. Ahora, curiosamente, lo único que hacemos es generar gasto a la administración y alimentar el mercado negro. Nosotros pagábamos a la Seguridad Social, un montón de impuestos a la Diputación, y ahora lo único que alimentamos es el mercado negro y las mafias. Y gente que no suponíamos un gasto para nadie, cobramos el paro y chupamos de la teta pública.

Usted dice que ha sido humillado. 

Sí, estoy espantado de cómo funciona la justicia, también me ha tocado pasar por servicios sociales y repasar todas las fronteras del sistema y estoy horrorizado de cómo funciona, de toda la burocracia absurda que rige. Es increíble cómo a la gente se le deteriora su calidad de vida.

¿Qué está pasando?

Todo esto se une al enorme descrédito que hay hacia la clase política. En la medida que en Europa mandan los mercaderes que operan en los mercados, el Estado está secuestrado y por eso la gente está perdiendo la confianza en los políticos y en las instituciones. La gente dice si el Estado no me va a garantizar nada, ni me va a pagar los medicamentos, ni una buena pensión, si voy a tener que ir con el tupper al cole, y me voy a tener que pagar las pruebas en el hospital... ¿para qué voy a colaborar? Es un estado absolutamente desprestigiado al que nadie va a querer aportar ni un duro.
 Es el holocausto del Estado social y sus instituciones, y no nos damos cuenta de que hay que plantear alternativas. 

Ya se está saliendo a la calle a protestar.

Pero es que aquí el protestar no sirve. Esto es como un tsunami que entra y los únicos que se salvan son los que están en las alturas. El pueblo no tiene que ponerse delante de la ola para pararla, sino empezar a juntar tierra para hacer diques porque las excavadoras solo están para la zona de chalés. Un ejemplo es lo que sucedió en Argentina con el corralito, que los argentinos hacían ollas comunitarias, fuerzas urbanas, y organizaban sistemas de trueque para intercambiar cosas y servicios.

Noticias: http://www.deia.com/2012/10/10/politica/elecciones-2012/esto-es-el-holocausto-del-estado-social

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