dilluns, 1 d’octubre del 2012

« No puedo decir si lo que hacemos es legal o no, pero sí digo que no es delito»»

«Agentes de la Ertzain-etxea de Donostia se han incautado de más de 200 plantas de marihuana en una plantación ubicada en un caserío de Donostia.El responsable de la plantación fue imputado por un delito de tráfico de drogas; es posible que cuando sea juzgado el juez decrete su inocencia y le devuelva el material incautado. No sería la primera vez.


La plantación desmantelada es propiedad de uno de los 58 clubes de cannabis registrados en el País Vasco. De ellos, 31 se encuentran en Gipuzkoa, 20 en Bizkaia y 7 en Araba. Lo curioso de este nuevo caso es que fueron los propios responsables del club quienes llamaron a la Ertzaintza para denunciar el robo de unas plantas en sus instalaciones. No fue una buena idea, el resultado de la denuncia fue la incautación de los cultivos que no habían desaparecido.
Pasar de denunciantes a denunciados es algo que no sorprendió demasiado a los miembros del club, acostumbrados como están a verse zarandeados por los vaivenes de una ley que nadie sabe muy bien cómo se aplica. Estas asociaciones se mueven en una constante indefinición legal que en un mismo día puede hacerles pasar de ser colaboradoras con las instituciones en políticas contra las drogodependencias a traficantes de drogas.

Nadie sabe muy bien qué hacer con unos clubs dedicados al cultivo colectivo de cannabis destinado al consumo privado de sus miembros. Si son legales o no y si hay que detener a los integrantes de estos grupos son cuestiones a las que trata de responder el Parlamento Vasco, que ha creado una ponencia que busca regularizar la situación de los clubes de cannabis. Esta ponencia la motoriza EusFac  que es la Federación de asociaciones de personas usuarias de cannabis de Euskadi, Conozcamos un poco la federación de la Voz del Presidente Iker Val.

Los locales de la federación están muy lejos de ser un antro repleto de humo y emanaciones tóxicas, y sus miembros no encajan con el estereotipo callejero de un fumador de porros. «Lo que no nos sienta bien es que nos definan como enfermos o como delincuentes porque somos personas usuarias, ciudadanos de un estado de derecho, mayores de edad y desde luego hay mucha gente con familia», afirma Iker Val.

Los estatutos de los clubes de cannabis están diseñados para transitar por los límites de una ley todavía sin definir. Las asociaciones no tienen ánimo de lucro, solo aceptan como socios a consumidores mayores de edad o que sufran alguna enfermedad para la cual se haya comprobado científicamente que el cannabis puede resultar eficaz, y dispensan a sus integrantes cantidades pequeñas de sustancia.

«Reconocemos que el cannabis no es inocuo y que tiene que haber un control, pero no tiene sentido ilegalizarlo cuando hay más de 50.000 consumidores en Euskadi», sostiene Iker Val.

En un informe que presentó a la ponencia parlamentaria, Eusfac recordó que las asociaciones «fueron y son creadas por iniciativa de personas que desean reducir los efectos negativos» de las drogas. «Yo no puedo decir si lo que hacemos es legal o no, pero sí digo que no es delito», recalca Val.


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