La marihuana debe legalizarse: 5 buenas razones
1- Dinero
La criminalización de la marihuana comenzó a
promoverse en las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos, pero fue a
partir de la década de los 70, bajo el gobierno de Nixon, cuando se oficializó
este nefasto concepto de “la guerra contra las drogas”, una campaña que,
respaldada por autoridades y medios de comunicación, impuso en el imaginario
colectivo la idea de que las drogas son malas y que hay que combatirlas a costa
del presupuesto público, el bienestar social e, incluso, el sentido común.
Pero hablando estrictamente de las consecuencias
financieras de esta campaña, la cual fue imitada por decenas de países que
siguieron la política estadounidense, es importante considerar dos variables:
por un lado la monumental cantidad de dinero que se invierte en combatir el
tráfico de estupefacientes y en castigar el consumo. Para dimensionar los
recursos empleados con este fin, basta señalar que en Estados Unidos, durante
2010, se gastaron más de 40 mil millones de dólares (según estimaciones de
Drugsense.org). Por otro lado, también vale al pena mencionar la cantidad de
dinero que se deja de recaudar en la arcas públicas a partir de una
despenalización regulada que implicaría grandes beneficios fiscales para un
gobierno. Un estudio realizado en 2008 por Jeffrey Miron, economista de
Harvard, concluyó que la legalización de las drogas le reportaría al gobierno
estadounidense ahorros por $44,100 mdd, más ganancias por $32,700 mdd, sumando
un beneficio total de $76,800 millones –en caso de despenalizar solo la
marihuana, esto se traduciría en $13,700 mdd. Recientemente 300 economistas,
entre ellos algunos laureados con el Premio Nobel, han enfatizado en el estudio
de Miron, aprobando sus cálculos y promoviendo su conclusión pro legalización.
Cabe destacar que no solo se trata de evidenciar
los beneficios económicos de dejar de combatir las drogas según la actual
estrategia, sino reconocer que a pesar de los gastos que se realizan, la
violencia y los índices de consumo son mucho mayores hoy de lo que eran cuando
se inauguró esta guerra. Es decir, es un gasto poco efectivo y que, invertido
en otros rubros, podría generar un mucho mayor bienestar social.
2- Seguridad
Todo tipo de prohibición de una sustancia, ante la
cual existe una demanda, detona el surgimiento de grupos criminales que
responderán a ella sin importar los costos que conlleve la actividad.
Básicamente se trata de una dinámica esencial de los sistemas económicos: en
donde quiera que haya una demanda, se gestará un mecanismo para satisfacerla,
así de fácil. Al regularizar el mercado de la marihuana, reglamentándolo de
acuerdo a criterios similares que los que se emplean para el alcohol, entonces
estos grupos criminales son automáticamente neutralizados, pues quedan
despojados de su mercado y por ende de los ingresos que les permiten
operar.
Para muestra de la violencia que generan las
organizaciones dedicadas al tráfico de drogas, tan solo en México podemos
referirnos a los 60,000 muertos que aproximadamente ha cobrado la lucha
anti-narco en este país. Y por si no fuera suficiente esta tenebrosa cifra,
también debiésemos de considerar el medio millón de desplazados, personas que
se han visto obligadas a abandonar sus ciudades de origen ante la viva amenaza
que este fenómeno representa y, en un plano menos tangible, los millones de
mexicanos que han visto trastornada su calidad de vida, así como sus
derechos fundamentales como seres humanos, todo como una consecuencia más de la
insólita estrategia aplicada por su gobierno.
3- Salud
En el rubro de la salud social también resulta
fácilmente cuestionable la penalización de la marihuana, sobre todo si tomamos
en cuenta que está científicamente comprobado que esta, como muchas otras
plantas, tiene propiedades medicinales que pueden ser de gran utilidad para el
tratamiento de distintos males, ya sea recurriendo a la planta misma en su
estado natural o como componente activo de medicamentos elaborados
industrialmente. Recientemente algunas entidades de Estados Unidos han adoptado
la permisión de la marihuana medicinal —popularmente aceptada como sustancia
auxiliar para los enfermos de cáncer. Además, decenas de grupos étnicos han
recurrido históricamente a la ganja como recurso medicinal con resultados
probadamente efectivos. Sobra decir que el hecho de que la marihuana sea ilegal
entorpece su aprovechamiento como una sustancia curativa, marginando así a la
población de las bondades de un benéfico ingrediente.
4- Libertad (responsabilidad cívica)
La criminalización de la marihuana atenta contra
el sentido de libertad que inspira a uno de los derechos fundamentales del ser
humano. Si bien es cierto que en todo estado es indispensable la prohibición de
actos o actividades específicos, presumiblemente utilizando como criterio el
respeto al bienestar común y a los derechos del otro, prohibiciones como la que
se ciñe sobre el consumo de esta planta, la cual responde más a misteriosas
agendas económicas y principios ideológicos que a la persecución genuina del
bien social, terminan por atentar contra el derecho y la capacidad de una
persona para tomar las decisiones que, en su opinión, mejor le convengan. Vale
la pena recordar que el uso de cannabis data de hace miles de años y que más
allá de una actividad recreativa que ha sido estratégicamente satanizada por
los medios y las autoridades, existen muchas personas que ven en esta planta un
catalizador para fines diversos, entre ellos el desarrollo espiritual o la
inspiración artística, ante lo cual su penalización se presenta como una medida
evidentemente ridícula.
Finalmente, en este mismo sentido, está
comprobado que ofrecer a un grupo social la posibilidad de discernir sobre su
propia integridad estimula favorablemente el sentido de auto-responsabilidad
entre sus individuos y fortalece un compromiso consigo mismos y con el resto
del grupo. De hecho esta es una de las premisas que toma en cuenta el
sistema educativo de Finlandia, considerado el más efectivo del mundo según el
índice de la OCDE.
5- Regulación
Ya tuvimos oportunidad de repasar algunos de los
beneficios que implicaría la regulación, ligada a la despenalización, del
consumo de marihuana. Si bien muchos podrán argumentar que el adoptar esta
medida reflejaría cierta tibieza por parte de las autoridades, en un plano
práctico y más real lo cierto es que permitiría ejercer un mayor control sobre
su uso y distribución. Como argumento bastaría con enfatizar en el hecho de que
para un adolescente, en la mayoría de países donde es ilegal la marihuana,
resulta más fácil conseguir unos cuantos porros en el mercado negro, recurriendo
a alguno de los miles de “conectes” que existen, que hacerse de una botella de
ron o whisky, cuyo consumo está explícitamente controlado entre la población
menor de edad. Lo anterior sugiere que si una sustancia es legalizada y a
la vez reglamentada, esto se traduce en un control más efectivo de la misma que
en caso de marginarla a la ilegalidad, dando así vida a un mercado negro que en
la mayoría de los contextos se organiza con mayor habilidad que las propias
autoridades.
Para concluir nuestra propuesta de argumentos
“legalizadores”, solo quedaría agregar que mi postura personal al respecto no
responde a ninguna conveniencia personal, ni representa un incentivo a mi
comodidad individual, o a alguna agenda económica, ideológica, ligada a mi
persona. Y precisamente es a esa arena a donde me gustaría que pudiera llevarse
este debate: más allá del tabú y de intereses particulares. Por otro lado, vale
la pena recalcar que no se trata de insinuar que es un recurso sencillo, o
negar que será un proceso complejo que deberá orquestarse en sintonía con una
estrategia integral, enfatizando en la educación de la población –ligado a la
difusión de información objetiva y fiable. Sin embargo, y una vez expuesta está
aclaración, la legalización de la marihuana es un recurso que debe adoptarse,
de manera inteligente pero también tajante, con evidente urgencia. Y
aunque tengo la certeza de que eventualmente se adoptará, creo que es nuestra
responsabilidad cívica el presionar para que esto suceda lo antes posible, con
lo cual ahorraremos vidas y recursos como las que hasta ahora,
innecesariamente, se han diluido gracias a la torpe trinchera desde la cual se
ha querido resolver la colosal problemática.
@paradoxeparadis – Lucio
Montlune
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