Todos tenemos una opinión sobre la legalización de la
marihuana, compartimos una serie de símbolos o iconos reconocibles en todo
occidente y los medios de comunicación siempre se hacen eco de los descubrimientos
en este tema. La apertura el pasado mes de mayo en del Museo del Cannabis más grande del mundo ha encendido otra vez
la mecha de un asunto que nunca deja de estar de actualidad.
Esta semana se ha hablado mucho también de la
legalización de la Marihuana en Uruguay y del estreno en Barcelona de la
película Mr.Nice, basada en la vida del ex traficante Howard Marks,
pero si hay un tema que suele crear consenso y que siempre suscita interés
son los estudios que se realizan en diversas universidades del mundo sobre la
utilización del cannabis con fines medicinales.
La legalidad ampara al cannabis medicinal en muchos
países europeos (España, Reino Unido, Italia, Alemania…), y páginas en internet ponen a nuestra
disposición una gran variedad de semillas de marihuana y útiles para su consumo
con total legalidad y normalidad. Su eficacia paliando el dolor y los
síntomas en enfermedades como la esclerosis múltiple, la Fibromialgia, el
cáncer o el VIH,
es avalada por estudios publicados en importantes revistas científicas (Neuropsychopharmacology
publicó un estudio de la Universidad de California sobre el uso de marihuana en
pacientes con VIH).
Los trastornos nerviosos que suelen
manifestar los pacientes seropositivos (una neuropatía sensorial caracterizada
por calambres, dolor intenso y hormigueo en piernas y pies que afecta a uno de
cada tres enfermos), pueden disminuir hasta en un 34% en pacientes tratados con
cannabis. Fumado con vaporizador tiene una largo historial con
resultados acreditados, aunque la andadura del cannabis medicinal nunca ha
estado exenta de críticas y suspicacias. La historia del VIH, una
enfermedad que sufrían en Europa en el 2009 1,4 millones de personas, también
ha estado llena de malentendidos y prejuicios.
Sin embargo, ahora disfrutamos de una libertad
impensable hace no mucho, pese a que desde los años ochenta y como se señala en
un artículo sobre el doctor Donald Abrams, un derivado sintético
del cannabis ya se usaba para estimular el apetito de los enfermos de SIDA.
Actualmente los abordajes terapéuticos más abiertos y una legislación más
permisiva abren nuevos caminos a los enfermos, que pueden encontrar soluciones
alternativas a la farmacología tradicional.
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