Peter Wehner
insta al Partido Republicano a reafirmarse como el partido
anti-legalización de las drogas. "Uno de los principales mecanismos
disuasivos a usar drogas es su ilegalidad. Si las drogas se legalizan,
su precio bajará y el uso va a subir," escribe. "Y la marihuana es mucho
más potente que en el pasado. Los estudios han demostrado que los
adolescentes y adultos jóvenes que son grandes consumidores de marihuana
sufren de desarrollo cerebral y problemas cognitivos". Por supuesto,
nadie está abogando por que la marihuana sea legal para los
adolescentes. ¿Y Wehner entenderá que la prohibición crea un poderoso
incentivo para elevar la potencia de las drogas.
Pero en lugar de centrarme en argumentos
erróneos comunes de los prohibicionistas de drogas, quiero abordar una
reclamación relativamente novedosa: "Muchas personas citan el "coste"
de, y los "factores socioeconómicos" del consumo de drogas; rara vez la
gente dice que el consumo de drogas está mal porque es moralmente
problemático, por aquello que puede hacerle a la mente y el alma",
escribe Wehner. "En algunos círculos liberales, el lenguaje de la
moralidad es ridiculizado. Se considera nada iluminado, ignorante y
simplista. El papel del Estado es el de maximizar la libertad individual
y ser indiferente a la naturaleza humana."
Lo que Wehner no parece entender es que
muchos defensores de la libertad individual, incluido yo mismo,
consideran la libertad como un imperativo moral. No pretendo poner en
ridículo el "lenguaje de la moralidad". Quiero afirmar, con tanta fuerza
como sea posible, que la guerra contra las drogas es profunda e
irremediablemente inmoral, que corroe las mentes y las almas de aquellos
que trabajan para dicha guerra y crea incentivos para el mal
comportamiento, incentivos que aquellos que viven bajo sus contornos han
encontrado siempre y seguirán encontrando demasiado poderosos como para
poder resistirse a ellos. Los Guerreros de las Drogas pueden estar en
desacuerdo, pero no debemos pretender que ellos son los únicos que hacen
afirmaciones morales, y que sus oponentes son indiferentes a la moral.
Los que piden una reforma, a menudo están moralmente indignados por las
políticas prohibicionistas y les preocupa que el papel de canguro del
gobierno degrade el carácter de los ciudadanos.
Tal vez debería ser más específico.
No es inmoral quemar una planta, inhalar el humo, y disfrutar de su efecto durante un corto tiempo,
suponiendo que no conduzca mientras le dure. Pero si sería inmoral
reaccionar ante su actividad, enviando hombres con armas de fuego
forzando su detención, condenarlo en un tribunal, y encerrarlo durante
meses o incluso años por un crimen sin víctimas. Esa es la elección,
querido lector. Así que eche un vistazo al chico de la foto y haga su
elección: ¿Es más moral permitirle fumar, o encerrarlo a la fuerza junto
con ladrones, violadores y asesinos?
Mis propios juicios morales no se detienen ahí.
- Negar la marihuana a los enfermos cuyo sufrimiento se aliviaría es inmoral.
- Cuando un escuadrón de paramilitares hace una redada policial en una casa de familia, derribando puertas sin preguntar, haciendo explotar de granadas de luz, disparando a las mascotas de la familia, y esposando a niños, todo para recuperar un pequeño número de plantas de marihuana, los funcionarios o las personas a cargo de dicho escuadrón están actuando inmoralmente.
- Cuando los Estados Unidos reacciona a la demanda insaciable de drogas por parte de los ciudadanos estadounidenses aplicando políticas prohibicionistas en el extranjero que desestabilizar a varios países, está actuando inmoralmente.
- Cuando los fiscales coercen a los "delincuentes no violentos consumidores de drogas" a arriesgar sus vidas como informantes de la policía bajo amenaza de penas de cárcel draconianas, están actuando inmoralmente.
- La falta de empatía por los "delitos de drogas no violentos" que pasan años o incluso décadas en la cárcel es un fracaso moral.
Debido a que hemos cambiado los costes
del abuso de drogas de los americanos, que libremente eligieron o
elegirían a consumir drogas, hacia la sociedad en su conjunto,
imponiendo un coste mayor a las personas que nunca optaron por usar
drogas, pero sufren muchos daños gracias al mercado negro, hemos logrado
una redistribución moralmente dudosa.
¿Y qué hay del carácter? Cuando los
líderes como los presidentes Clinton, George W. Bush, y Obama apoyan
políticas de drogas que encarcelan a jóvenes por conductas que ellos
mismos han tenido sin ningún daño aparente para ellos mismos, sus
futuros o de cualquier otra persona, son ellos los que presentan fallas
de carácter.
Por supuesto, hay consumidores de drogas
que presentan fallas de carácter también. Y cuando esos fallos afectan a
otras personas, cuando roban o se comportan de forma violenta o por
imprudencia, deben ser castigados. La policía podría centrarse en la
captura de ellos y la sociedad podría hacer mucho más para rehabilitar a
los adictos si tanta riqueza no fuera desperdiciada en una guerra
desesperada y sin esperanza como la guerra contra la Droga. Al igual que
gran cantidad de personas que prefieren acabar con ella, creo que una
nueva política sería mucho más moral.
Visto en: http://www.fac.cc/index.php?option=com_content&view=article&id=215%3Ainmoral&catid=2%3Anoticias
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